PROYECTO DE MICROENPRENDIMIENTO PRODUCTIVO SUSTENTABLE
JESUS MARIA
1-EQUIPO HUMANO. ¿QUIENES PONEN EL PROYECTO EN MARCHA?
Estamos las dos compañeras haciendo equipo, pero contamos con el apoyo de maestros expertos en repostería, así como el apoyo de otros grupos interesados en el tema, aunque de manera especial con apoyos municipales.
2-EL PRODUCTO O SERVICIO. QUE SE VA A HACER?Hablando de repostería es muy amplio el campo para la realización, ya que hay mucha demanda en nuestra comunidad y se trata de llevar un seguimiento de alta calidad y a buen precio. Nuestra gente tiende a comprar calidad y cantidad por ello se tendría un mejor proceso de elaboración, sobre todo en las harinas, moldes y demás.
3- EL PROCESO PRODUCTIVO. COMO SE HACE Y CUANTO CUESTA HACERLO?
Primeramente compraríamos la maquinaria y utensilios necesarios para la elaboración del producto. Después de eso se compraría, Harina, Azúcar, Sal, Agua, Mantequilla, Levadura, Leche, Margarina, Chantillí, Polvo de Hornear, Vainilla, y algunos otros productos, dependiendo de el tipo de postre que se vaya a elaborar.
Sin duda los postres mexicanos se caracterizan por ser deliciosos que dejan siempre un buen sabor de boca, prueba los sencillísimos y deliciosos pasteles, te chuparas los dedos, es por eso que quiero compartir con ustedes este buen postre:
Elaboración:
Batir las claras a punto de nieve, con la mitad de la azúcar y levadura
Batir las yemas con el resto de la azúcar
Mezclar las dos mezclas, de forma envolvente y agregar la harina
Engrasar un monde, con margarina y forrar con un poco de harina
Verter la masa y hornear 180°
Mezclar las tres leches con la batidora
Dejar enfriar el biscocho y abrirlo por la mitad
Colocar la primera mitad en una fuente de servir y rociar con las tres leches, dejando que quede empapado sin que se llegue a romper.
Cubrir con la nata y melocotón troceado.
Cubrir con la otra mitad del revés y rosear de la misma manera que con la primera
Decorar con nata y gajos de melocotón u otras frutas.
4-EL MERCADO. PARA QUIEN SE HACE Y COMO SE VENDE? Se hace para la venta en comercios ya establecidos, buscando como principales clientes los de Jesús María, así como a mediano plazo distribuirlo a la región de los altos, siempre teniendo en cuenta que puede llegar nuestro producto en todo el País.
5-LA FINANCIACION. COMO Y DONDE SE OBTIENEN LOS RECURSOS NECESARIOS?Se ha elaborado un presupuesto donde incurren todos los gastos necesarios para arrancar con nuestro proyecto, se investigo en el programa de Fojal un crédito para emprendedores que pueden prestarnos lo necesario para comenzarlo. El costo haciende a $ 30,950.00
UN POCO DE HISTORIA DE NUESTRO MUNICIPIO
JESUS MARIA JAL. TIERRAS ALTEÑAS
La denominación oficial del municipio de Jesús María tiene su origen en la época colonial, de ahí que en su respectivo nombre no se haga alusión a algún vocablo prehispánico.
Escudo
Escudo
En campo de metal de plata, las figuras de tres damas viudas, los tlatellis o montículos, una alegoría formada por una mazorca y una vasija de barro coronadas por dos espigas de trigo, un maquahuitl o macana, una encina, un fraile junto al templo parroquial. Bordura de gules, sable y azur, rematada con la cabeza de un águila.
HISTORIA
Reseña Histórica
Reseña Histórica
La presencia del hombre en esta región, según vestigios, data de una antigüedad de más de tres mil años antes de nuestra era. Así lo indican los restos materiales encontrados como molcajetes y metates muy toscos carentes de soportes, hachas, mazas, puntas de flecha con espigas; vasijas burdas muy gruesas, etc. Se sabe por testimonio directo de los conquistadores y cronistas misioneros, que los primeros pobladores fueron los otomíes, la raza autóctona y más antigua, cuyo origen nadie ha logrado precisar.
Eran los otomíes una generación bárbara, primitiva, a quienes se les designó con los nombres de bapames, pinomes, otomtlatolin, amultecas, coras, cocas, tepehuanos, huachichiles, huicholes, tecos, tecuexes, tecuares, tecualmes, tecoxines, etc., según sus diversos señoríos procedentes de la Mesa Central.
Cuando los nahoas y olmecas llegaron a la altiplanicie, se encontraron con que ya estaba habitada por los otomíes y como aquellos eran más fuertes obligaron a éstos a salirse de esa región. De la mezcla de los nahoas y los olmecas resultó un pueblo inteligente con el nombre de toltecas.
Según la tradición los toltecas salieron de Huehuetlapallan “Vieja Tierra Roja” en el año de 544, con dirección al sur, pasando en su caminata por Xalisco.
Se sabe asimismo, que esta región fue ocupada por los toltecas en el siglo VII (623 a 626); más tarde la atravesaron los chichimecas en los siglos IX y XII (800 y 1150), y después los nahoas o aztecas también en el siglo XII (1164) del período postclásico en que tuvieron lugar las invasiones más arrolladoras de las bárbaras y salvajes tribus errabundas que vivían al norte del área civilizada mesoamericana, quienes a su paso por éstas tierras indómitas dejaron testimonio tangible de su incipiente cultura.
Posteriormente, hacia 1460, el poderoso señorío Phoré o Purépecha, extendía sus dominios trasponiendo el río Lerma por la banda del lado norte– habitada por los tecuexes– habiendo quedado Jesús María hasta poco antes de la conquista (1513) bajo el señorío o cacicazgo tarasco.
Las piezas cerámicas de influencia teotihuacana encontradas en las cercanías de la cabecera municipal en 1974-1975, que son tres caracoles de barro cocido, una vasija zoomorfa bruñida (con la figura de perro), y un sello para cerámica con el rostro de Tláloc, antigua divinidad tolteca incorporada al culto de los aztecas que asimilaron su civilización, hacen suponer que la raza de hombres fuertes como eran los toltecas habitó aquella región mucho antes que los pueblos bárbaros del norte del país.
Las fuentes escritas prácticamente no existen. Sólo puede conjeturarse de los vestigios de antiguos asentamientos- montículos y basamentos piramidales– como los de San José de las Pilas, El Zapote, La Manita, Las Avispas, El Pandillo, El Cerro Pelón, El Meco y San Agustín; de los petroglifos de extrañas figuras en espirales; y de los restos arqueolíticos y cerámicos (molcajetes, manos y metates burdos, muy primitivos, y otros del tipo neolítico, hachas de mano de piedra basáltica, martillos, mazas, machacadores, piedras bola, incensarios, cuentas de jade, lascas, puntas de proyectil de obsidiana, pedernal y sílex; ollas, platos, vasos, cajetes, figurillas antropomorfas y zoomorfas, silbatos, caracoles y cuentas de barro, sellos para cerámica, etc.), que hemos encontrado aquí, en los diversos lugares del municipio, en el sitio mismo donde acamparon sus moradores.
Como se mencionó anteriormente esta región estuvo habitada por grupos étnicos migratorios de orígenes muy diversos (los toltecas, en el siglo VI; chichimecas, otomíes, aztecas o mexicas, purépechas, y finalmente los tarascos); y fue conquistada en 1522 por el capitán Cristóbal de Olid, quien se internó en Jalisco por Ayo el Grande (perteneciente al municipio de Jesús María), sujetando a Huáscato y Ayo el Chico. En 1530, Nuño Beltrán de Guzmán agrega a su conquista estas tierras que Hernán Cortés había dado en encomienda a Juan Villaseñor Cervantes.
A mediados del siglo XVI, en que se suprimieron las encomiendas, aparecen la estancia y el rancho en Los Altos, y surgen los puestos o ventas que eran los albergues o posadas que se establecían en los caminos reales.
El Puesto de la Barranca de las Viudas, establecido a fines del siglo XVI o principios del XVII en que aparecieron las haciendas, fue la venta de: Gertrudis Quiterìa, Petrona Manuela y María Asunción De Los Remedios, honorables damas que eran las dueñas o arrendatarias de estos terrenos donde hoy se levanta el pueblo de Jesús María, al que por tal razón se le llamó Barranca de las Viudas, fundado probablemente entre 1590 y 1600.
Asienta Mota Padilla, Historia de la Nueva Galicia, cap. IV, p. 33, que en “El año de 1636, se hizo priorato el pueblo de Ayo”. Orozco refiere que fue el Ilmo. y Rvmo. Sr. D. Francisco de Rivera, Obispo de la Diócesis de Valladolid (Morelia), Sede Episcopal de la Provincia Agustiniana de Michoacán, quien decretó su erección, y completa la nota diciendo de un antiguo informe, que aparte de Atotonilco, pertenecían a la jurisdicción de Ayo, entre otros, Jesús María, pequeño poblado llamado en ese tiempo Barranca de Viudas.- Pbro. Luis Enrique Orozco. Ayotl, ed. 1947, cap. IV, pp. 36 y 37.
Por una antigua tradición se sabe que tales damas fueron las viudas de “Los Montenegro”, temibles bandoleros que se refugiaban en las cuevas de las escarpadas barrancas aledañas al poblado, conocidas de antaño como Barranca de Los Zárate, Barranca de los Díaz y Barranca de los Sanchíz (Sánchez). Desde sus escondrijos estos atracadores dirigían sus asaltos hacia los caminos reales. Finalmente, se cree que en sus correrías fueron perseguidos y exterminados, ya que nunca más se supo de su paradero.
Hacia el segundo tercio del siglo XVII, Barranca de Viudas queda bajo la jurisdicción parroquial del pueblo de Ayo el Chico, luego de éste se hizo priorato en 1636, erigido por el reverendo don Francisco de Rivera, Obispo de la Diócesis de Valladolid (Morelia), Sede Episcopal de la Provincia Agustiniana de Michoacán. Más tarde, al repuntar la cuarta década del siglo XVIII (1731), Barranca de Viudas y su demarcación territorial, quedaría comprendida en el extenso terreno de la Hacienda de Santa Anna de Apacueco que era propiedad de don Pedro Sánchez de Tagle, marqués de Altamira.
A fines del siglo XVIII (1784), el Br. Dn. Salvador Sebastián Nieto, cura en propiedad de la parroquia de Ayo, recurrió al Arcediano de la Catedral de Valladolid, Dr. Dn. José Pérez Calama y al Canónigo Dn. Juan Antonio de Tapia, Gobernadores de aquella Mitra, y les expuso que siendo tan grande el territorio parroquial, era difícil atenderlo debidamente, por lo cual suplicaban a S. señorías le concediera sacerdote de pie y pila bautismal en el poblado llamado “Barranca de Viudas”, que hoy es el pueblo de Jesús María.
Eran los otomíes una generación bárbara, primitiva, a quienes se les designó con los nombres de bapames, pinomes, otomtlatolin, amultecas, coras, cocas, tepehuanos, huachichiles, huicholes, tecos, tecuexes, tecuares, tecualmes, tecoxines, etc., según sus diversos señoríos procedentes de la Mesa Central.
Cuando los nahoas y olmecas llegaron a la altiplanicie, se encontraron con que ya estaba habitada por los otomíes y como aquellos eran más fuertes obligaron a éstos a salirse de esa región. De la mezcla de los nahoas y los olmecas resultó un pueblo inteligente con el nombre de toltecas.
Según la tradición los toltecas salieron de Huehuetlapallan “Vieja Tierra Roja” en el año de 544, con dirección al sur, pasando en su caminata por Xalisco.
Se sabe asimismo, que esta región fue ocupada por los toltecas en el siglo VII (623 a 626); más tarde la atravesaron los chichimecas en los siglos IX y XII (800 y 1150), y después los nahoas o aztecas también en el siglo XII (1164) del período postclásico en que tuvieron lugar las invasiones más arrolladoras de las bárbaras y salvajes tribus errabundas que vivían al norte del área civilizada mesoamericana, quienes a su paso por éstas tierras indómitas dejaron testimonio tangible de su incipiente cultura.
Posteriormente, hacia 1460, el poderoso señorío Phoré o Purépecha, extendía sus dominios trasponiendo el río Lerma por la banda del lado norte– habitada por los tecuexes– habiendo quedado Jesús María hasta poco antes de la conquista (1513) bajo el señorío o cacicazgo tarasco.
Las piezas cerámicas de influencia teotihuacana encontradas en las cercanías de la cabecera municipal en 1974-1975, que son tres caracoles de barro cocido, una vasija zoomorfa bruñida (con la figura de perro), y un sello para cerámica con el rostro de Tláloc, antigua divinidad tolteca incorporada al culto de los aztecas que asimilaron su civilización, hacen suponer que la raza de hombres fuertes como eran los toltecas habitó aquella región mucho antes que los pueblos bárbaros del norte del país.
Las fuentes escritas prácticamente no existen. Sólo puede conjeturarse de los vestigios de antiguos asentamientos- montículos y basamentos piramidales– como los de San José de las Pilas, El Zapote, La Manita, Las Avispas, El Pandillo, El Cerro Pelón, El Meco y San Agustín; de los petroglifos de extrañas figuras en espirales; y de los restos arqueolíticos y cerámicos (molcajetes, manos y metates burdos, muy primitivos, y otros del tipo neolítico, hachas de mano de piedra basáltica, martillos, mazas, machacadores, piedras bola, incensarios, cuentas de jade, lascas, puntas de proyectil de obsidiana, pedernal y sílex; ollas, platos, vasos, cajetes, figurillas antropomorfas y zoomorfas, silbatos, caracoles y cuentas de barro, sellos para cerámica, etc.), que hemos encontrado aquí, en los diversos lugares del municipio, en el sitio mismo donde acamparon sus moradores.
Como se mencionó anteriormente esta región estuvo habitada por grupos étnicos migratorios de orígenes muy diversos (los toltecas, en el siglo VI; chichimecas, otomíes, aztecas o mexicas, purépechas, y finalmente los tarascos); y fue conquistada en 1522 por el capitán Cristóbal de Olid, quien se internó en Jalisco por Ayo el Grande (perteneciente al municipio de Jesús María), sujetando a Huáscato y Ayo el Chico. En 1530, Nuño Beltrán de Guzmán agrega a su conquista estas tierras que Hernán Cortés había dado en encomienda a Juan Villaseñor Cervantes.
A mediados del siglo XVI, en que se suprimieron las encomiendas, aparecen la estancia y el rancho en Los Altos, y surgen los puestos o ventas que eran los albergues o posadas que se establecían en los caminos reales.
El Puesto de la Barranca de las Viudas, establecido a fines del siglo XVI o principios del XVII en que aparecieron las haciendas, fue la venta de: Gertrudis Quiterìa, Petrona Manuela y María Asunción De Los Remedios, honorables damas que eran las dueñas o arrendatarias de estos terrenos donde hoy se levanta el pueblo de Jesús María, al que por tal razón se le llamó Barranca de las Viudas, fundado probablemente entre 1590 y 1600.
Asienta Mota Padilla, Historia de la Nueva Galicia, cap. IV, p. 33, que en “El año de 1636, se hizo priorato el pueblo de Ayo”. Orozco refiere que fue el Ilmo. y Rvmo. Sr. D. Francisco de Rivera, Obispo de la Diócesis de Valladolid (Morelia), Sede Episcopal de la Provincia Agustiniana de Michoacán, quien decretó su erección, y completa la nota diciendo de un antiguo informe, que aparte de Atotonilco, pertenecían a la jurisdicción de Ayo, entre otros, Jesús María, pequeño poblado llamado en ese tiempo Barranca de Viudas.- Pbro. Luis Enrique Orozco. Ayotl, ed. 1947, cap. IV, pp. 36 y 37.
Por una antigua tradición se sabe que tales damas fueron las viudas de “Los Montenegro”, temibles bandoleros que se refugiaban en las cuevas de las escarpadas barrancas aledañas al poblado, conocidas de antaño como Barranca de Los Zárate, Barranca de los Díaz y Barranca de los Sanchíz (Sánchez). Desde sus escondrijos estos atracadores dirigían sus asaltos hacia los caminos reales. Finalmente, se cree que en sus correrías fueron perseguidos y exterminados, ya que nunca más se supo de su paradero.
Hacia el segundo tercio del siglo XVII, Barranca de Viudas queda bajo la jurisdicción parroquial del pueblo de Ayo el Chico, luego de éste se hizo priorato en 1636, erigido por el reverendo don Francisco de Rivera, Obispo de la Diócesis de Valladolid (Morelia), Sede Episcopal de la Provincia Agustiniana de Michoacán. Más tarde, al repuntar la cuarta década del siglo XVIII (1731), Barranca de Viudas y su demarcación territorial, quedaría comprendida en el extenso terreno de la Hacienda de Santa Anna de Apacueco que era propiedad de don Pedro Sánchez de Tagle, marqués de Altamira.
A fines del siglo XVIII (1784), el Br. Dn. Salvador Sebastián Nieto, cura en propiedad de la parroquia de Ayo, recurrió al Arcediano de la Catedral de Valladolid, Dr. Dn. José Pérez Calama y al Canónigo Dn. Juan Antonio de Tapia, Gobernadores de aquella Mitra, y les expuso que siendo tan grande el territorio parroquial, era difícil atenderlo debidamente, por lo cual suplicaban a S. señorías le concediera sacerdote de pie y pila bautismal en el poblado llamado “Barranca de Viudas”, que hoy es el pueblo de Jesús María.
DESCRIPCION GEOGRAFICA
El municipio de Jesús María se localiza al extremo oriente del estado de Jalisco, en la región Tepatitlán-Arandas, al sureste de Los Altos; en las coordenadas 20º24’00’’ de latitud norte y a la 102º13’30’’ longitud oeste. La población de Jesús María está a 2,110 metros sobre el nivel del mar; Allende a 2,250; San José de la Paz a 1,190; Ayo el Grande a 1,850; Ojo Zarco a 2,200; y Rosales a 2,150. La máxima elevación en el municipio corresponde al Cerro Grande con 2,400 metros.
Su cabecera política, Jesús María, dista 157 kilómetros de Guadalajara; se ubica al poniente del territorio municipal a la 20º 36’ 51” latitud norte y la 102º 13’ 48” longitud oeste del Meridiano de Greenwich.
Delimitación
Los municipios limítrofes son: al norte y noroeste con Arandas; al sur y sureste con Degollado; al este con Manuel Doblado, Guanajuato; y al suroeste con Ayotlán.
Su cabecera política, Jesús María, dista 157 kilómetros de Guadalajara; se ubica al poniente del territorio municipal a la 20º 36’ 51” latitud norte y la 102º 13’ 48” longitud oeste del Meridiano de Greenwich.
Delimitación
Los municipios limítrofes son: al norte y noroeste con Arandas; al sur y sureste con Degollado; al este con Manuel Doblado, Guanajuato; y al suroeste con Ayotlán.
El municipio de Jesús María tiene una extensión territorial de 569.88 kilómetros cuadrados